Ahá, te lo advertí mi pequeño insaciable. [̲̅=̲̅̅]

domingo, 22 de noviembre de 2009

La una, las dos y las tres.


Largas horas, interminables diría yo, a la espera de que aparezcas. Ya no siento el frío, solo siento una gran ilusión y unos nervios que me presionan el pecho. A mi alrededor no hay más que felicidad, niños que juegan contentos en el parque. No pierdo la esperanza pero la ilusión empieza a diluirse en un confuso mal estar. Las gotas caen sin cesar, parece que el tiempo se escapa, continúa sin ninguna parada y ella aún no está. Me levanto con una gran torpeza y con la esperanza de encontrarte en cualquier ricón. Ahora es cuando dudo de si vas a venir o no, odio que la negación este por encima de la razón pero en este momento lo asumo con cierto temor de si te voy a perder o no. No es mucho lo que pido, solo quiero verte, abrazarte y que me beses como tu sabes, fundirnos en ese infinito momento del que nunca, nunca, nunca me arrepiento. La una, las dos, las tres, me voy a volver loco, las horas pasan y ella no está, sé que si ella aparece por muy mala que sea la disculpa la perdonaría y eso significa que la amo, la amo con locura. Me creo capáz pero aveces no encuentro ese hermoso lugar, no sé si aún tengo que esperar, si tienes la misma emoción como el primer día en donde brotó nuestro amor. Créas en mi una cierta duda que me desconcierta. Quiero verte, denuevo abrazarte y no soltarte, esta vez no te dejaré escapar pero porfavor, ven ya, denuevo enloquezco.
                                               Αμαρ αμανδο.                                     Raquel Otero.