Semidesnuda se arrastraba sobre una gran tela negra, miedo me daban aquellas lágrimas, yo, junto a la ventana espectante, todo lo miraba y sin perderla de vista asumía que a ella algo grave le pasaba. Su pelo parecía revuelto, creía ver caer una gotas líquidas de sus ojos, su rostro estaba palido y en cuanto a la ropa apenas tenía y lo poco lo tenía roto. Lleno de asombro y pasmado junto a la ventana observaba aquella escena como si de una pelicula se tratara. Depronto parecía estar nerviosa, el cuerpo le temblaba y gritaba, la boca la tenía abierta y de sus ojos ya no solo bajaban gotas, aquello parecían ríos con mucho cauce, alguien la agarró del pié y se la llevó, yo, como un loco, me arrimé al borde de la ventana, pero apensa conseguí ver nada, alguien se la llevaba, ella se resistió un breve tiempo y depronto se inmovilizó, una raya roja se delizaba consiguiendo fundirse con la hermosa tela negra y apenas se miraba, ella allí quieta, tirada y desamparada se quedó. Raquel otero.
Volar... volarsinpensardondetedebes para,cualestu lugar. Recorrer el mundo bajo un montón de globos de colores.
Quizás te estoy mintiendo, resulta que no puedo aceptar que aún te eche de menos y que este menos vaya aún a más. Cada vez que te recuerdo viene a mí una imagen, éramos tú y yo de safari en el parque.
Amo los pálidos rostros y las brunas cabelleras, los ojos lánguidos y húmedos propicios a la tristeza, y las espaldas de nieve, en donde, oscuras y gruesas, caen, sedosas, las gordas trenzas, y donde el amor platónico huye, baja la cabeza, mientras, temblando, se mira la carne rosada y fresca.
Rubén Darío.
A un batido, outro batido; a unha dor, outro delor; tras dun olvido, outro olvido; tras dun amor, outro amor.
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